Gestiona tu equipo cuando la alta dirección no marca el rumbo

Descubre cómo liderar eficazmente tu equipo ante la falta de directrices estratégicas por parte de la alta dirección y afronta la incertidumbre organizacional.

La escena es familiar para cualquier empresa: Lauren, vicepresidenta de operaciones en una tecnológica de rápido crecimiento, enfrenta el estancamiento directivo. El comité ejecutivo —ocupado en debates sobre inversiones, reestructuración y asignación de recursos— detiene el avance y empuja la responsabilidad hacia abajo, dejando a líderes intermedios navegar la confusión, la desmotivación y el riesgo constante de perder talento clave.

Esta situación, lejos de ser anecdótica, se agudiza en contextos de incertidumbre o transformación económica. La indecisión ejecutiva erosiona el impulso competitivo, debilita la credibilidad organizacional y acelera el desapego de los mejores profesionales —un fenómeno cuantificado por análisis de McKinsey, que identifica la lentitud en la toma de decisiones como uno de los mayores factores de bajo rendimiento y agotamiento laboral. A su vez, Gallup evidencia que la ambigüedad sobre metas es una causa primaria del descompromiso.

En contexto, el liderazgo senior asume el reto de alcanzar objetivos exigentes sin una dirección clara desde arriba. El mensaje a equipos como el de Lauren es preocupante: “Conducimos en círculos. ¿Hacia dónde vamos realmente?” En mercados dinámicos, el liderazgo estratégico se espera desde la cúpula, pero el estancamiento convierte a directivos intermedios en traductores de ambigüedad en claridad. Porque si las decisiones no fluyen, es el liderazgo el que sostiene el avance de la organización.

Jenny, especialista en desarrollo y asesoría ejecutiva, y Kathryn, coach y conferencista global, han acompañado a decenas de empresas en este punto de inflexión. Su experiencia cristaliza en cuatro estrategias fundamentales para liderar, influir y mantener el motor encendido cuando la dirección titubea.

1. Reformula las propuestas: decisión rápida sobre experimentos, no compromisos finales

El obstáculo no suele estar en la propuesta sino en la percepción de riesgo por parte del ejecutivo —la resistencia al “sí” surge más ante lo irreversible que ante lo desconocido. Al reformular la solicitud como un experimento bajo en riesgo y limitado en el tiempo, es posible sortear el freno institucional y abrir espacio para aprender sin comprometerse a gran escala desde el inicio.

La experiencia de Lauren con una iniciativa orientada a la retención de clientes es ilustrativa: su planteamiento original resultó percibido como demasiado definitivo, alineado a lo que Amazon denomina decisiones tipo 1 (“puertas de un solo sentido”, críticas e irreversibles), cuando en realidad se trataba de una apuesta apta para el pilotaje rápidamente reversible (tipo 2, o “puertas de doble sentido”). El cambio discursivo —de exigir aprobación total a ofrecer un piloto de 30 días— eliminó la barrera psicológica y aceleró el compromiso.

Las organizaciones que tratan lo reversible como irreversible (y viceversa) caen en la parálisis analítica e inhiben la agilidad. Presentar cada iniciativa como oportunidad de aprendizaje, no de fallo irremediable, restaura el dinamismo.

2. Cuantifica el costo de la indecisión: evidencia que motiva acción

Toda indecisión tiene un precio. McKinsey calcula que la lentitud decisoria en empresas Fortune 500 implica medio millón de días gerenciales y 250 millones de dólares en salarios perdidos por año. Por eso, hacer visible el coste oculto de no actuar —utilizando datos relativos a pérdidas de ingresos, agotamiento o retrasos estratégicos— cambia el foco del miedo al fracaso al riesgo de la irrelevancia.

En la práctica, Lauren pudo destrabar una iniciativa clave aportando datos tangibles a la discusión: $180K mensuales en pérdida de clientes y 12% de baja en compromiso interno atribuibles al retraso. Transformar el discurso desde la “frustración” al “costo directo de esperar” redirigió la conversación y permitió la aprobación ágil de su plan.

3. Protege el impulso y la motivación del equipo: resiliencia desde la acción concreta

Cuando la parte alta se estanca, toca sostener al equipo desde lo tangible. El objetivo se convierte en garantizar progreso medible y mantener la moral que puede verse afectada por la incertidumbre. Esto se logra redefiniendo metas a corto plazo, celebrando logros inmediatos y, sobre todo, transparentando las pausas y los motivos detrás de cada atraso.

Ofrecer desafíos diseñados para incentivar el desarrollo individual, proponer microproyectos de alto impacto con bajo requerimiento de recursos y comunicar claramente el alineamiento con los objetivos generales, refuerza la resiliencia colectiva. Por ejemplo, en tiempos de congelamiento presupuestal, incrementar la frecuencia de comunicación con clientes o auditar procesos internos pueden generar avances significativos, preparando el terreno para mayores inversiones futuras.

El impulso organizacional es más que avanzar; también consiste en generar alternativas constructivas durante la pausa, canalizando energía en creatividad y aprendizaje.

4. Construye influencia lateral y hacia arriba: coaliciones para desbloquear decisiones

Frente a la desidia ejecutiva, la influencia se extiende mucho más allá de la línea vertical jerárquica. Traccionar hacia soluciones requiere tejer alianzas con liderazgos afines, consolidar mensajes y ofrecer recomendaciones unificadas frente a los decisores clave. Preparar discusiones presentando opciones fundamentadas, con sus respectivos riesgos, plazos y necesidades de recursos, evita círculos viciosos de devoluciones interminables.

Lauren, por ejemplo, concertó previamente con colegas de producto y finanzas, alineando una propuesta cohesiva. Esto premasticó el trabajo para CMO y aceleró el respaldo, evitando nuevas demoras.

Influir hacia arriba no se reduce a buscar control; significa clarificar, construir credibilidad y anclar el debate en datos compartidos. Cuando el mensaje se refuerza por otros antes de la decisión, la probabilidad de avance se dispara.

En síntesis, la indecisión estratégica desde la cúspide pone a prueba la capacidad de liderazgo integral y el temple profesional. Sin esperar órdenes, la tarea consiste en convertir el espacio entre el compromiso colectivo y la inacción ejecutiva en terreno fértil para la resiliencia y la innovación. Liderar ante la parálisis no es solo pilotar decisiones —es sostener una organización que aprende y avanza, incluso cuando las brújulas en el piso superior titubean.

Nuestras últimas publicaciones

No items found.